Actualmente, la posible visita de nuestro monarca real a una población supondría, sin duda alguna, un gran orgullo y una satisfacción para la misma, no ya sólo por la trascendencia que desde el punto de vista publicitario tendría para esa población, sino también por la repercusión económica y social que conllevaría tan ilustre visita. Esta afirmación, que hoy día podemos considerar totalmente lógica, no resulta aplicable, por lo general, a otros tiempos, pues las visitas reales, aun en tiempos de paz, no siempre gozaban de los aspectos positivos que hemos apuntado; más bien todo lo contrario, como podemos a continuación comprobar.

Retrato ecuestre del rey Felipe V, realizado por Jean Ranc y que se conserva en el Museo del Prado de MadridEn el año 1733 reinaba en España Felipe V, nieto del rey Sol de Francia Luis XIV y primero de la dinastía de los Borbones en nuestro país, consolidado en el trono tras una larga y cruenta guerra civil. amparada más por los intereses de las potencias extranjeras que por los propiamente nacionales. De personalidad extraña y anormal, apático e indiferente en materias de gobierno, más interesado en emprender nuevas guerras y en vengarse de sus enemigos, su reinado se caracterizó, sobre todo, por el dictado de una serie de reformas encaminadas a incrementar el poder real y a terminar con las instituciones particulares de los antiguos reinos.

Corría el mes de mayo del año citado, cuando a Su graciosa Majestad, que junto con todo su séquito viajaba de regreso a la corte de Aranjuez desde la ciudad de Sevilla, se le ocurrió la idea de hacer parada y fonda en nuestra localidad. De ello nos da cuenta el acta de la reunión celebrada por el Ayuntamiento el día 13 de dicho mes y año:

"En la villa de Monturque, en trece días del mes de Mayo de mil setecientos y treinta y tres años, su merced el Concejo, Justicia y Regimiento de esta dicha villa se juntaron a Cabildo como lo han de uso y costumbre, conviene a saber los Sres. Don Joseph de Torquemada, teniente de Alcalde mayor, Don Pedro García Baena, Alférez mayor, Don Thomás de Estrada Tamariz y Don Francisco Manuel de Luque, regidores, capitulares de él; y estando juntos acordaron y dijeron lo siguiente.

En este cabildo se vio por dichos Sres. una carta orden del Excmo. Sr. Dn. Joseph Patiño, secretario del despacho universal de Su Magestad el rey Nuestro Sr.(que Dios guarde), su fecha en Sevilla a once de este presente mes, en que por ella dice haber resuelto Su Magestad hacer jornadas desde dicha ciudad de Sevilla al sitio de Aranjuez el día diez y seis del referido presente mes, y que haciéndose preciso que en los lugares del tránsito haya los repuestos necesarios de cebada y paja, así para los caballos de Guardias de Corps y ganado de sus reales caballerizas como para lo demás que va en su real comitiva, y para dicho efecto esta Villa tuviese prontas hasta cantidad de cuatrocientas fanegas de cebada, antes más que menos, con la paja correspondiente a mil y seiscientas arrobas, las que estubiesen a la orden de Dn. Antonio Rubio, a quien Su Magestad había nombrado para la distribución de estos géneros. La cual vista por dichos Sres. dijeron que la obedecían y obedecieron con el respeto y acatamiento debido, y en su observancia mandaron se hagan prontas cuatrocientas fanegas de cebada y la referida cantidad de paja, solicitándolo todo de los pueblos circunvecinos por no haberlo en esta Villa por su gran pobreza, para lo cual se nombró por diputado de estos géneros al dicho Dn. Francisco Manuel de Luque, quien habiéndolo entendido lo aceptó.

Y que en atención a que Su Magestad ha de pasar por esta Villa y hacer tránsito en ella, y después haber de pasar a la de Castro del Río, para lo cual se hace preciso la disposición de los caminos, y no haberlo de coches de ésta a la referida de Castro por la imposibilidad que hay en atravesar la Sierra de Montilla y el corto tiempo que para cosa tan difícil queda, dijeron dichos Sres. que, deseando en todo el mayor acierto en servicio de Su Magestad, pase un diputado a la villa de La Rambla, en donde se halla el Ingeniero de Su Magestad a cuyo cargo están los caminos de su real caminata, a quien haga presente lo expresado para que en vista de ello dé las providencias más convenientes; para lo cual nombraron por diputado al dicho Dn. Thomás de Estrada, quien ganando horas pase a dicha Villa a lo expresado, el cual habiéndolo entendido lo aceptó" (1).

Tan sólo dos días más tarde se volvía a recibir otra carta orden, en la que la petición de provisiones y sus variedades se incrementaban hasta límites verdaderamente exagerados:

"… para que los repuestos de víveres para sus magestades y real comitiva estén prontos, y con abundancia que pide materia de tanta atención en los tránsitos de la presente jornada al sitio de Aranjuez, y que habiendo de ser el del día veinte en esta villa se reuniesen y estuviesen de pronto desde la víspera de dicho día cincuenta fanegas de pan cocido, cien carneros, doce vacas, seis terneras, seis cargas de nieve, cuatrocientas fanegas de cebada, mil quinientas arrobas de paja, trescientas arrobas de carbón, veinte cargas de leña, trescientos pares de gallinas, pollos i pollas, pichones y pavos, todo género de caza, veinte arrobas de tocino, jamones, veinte arrobas de aceite, veinticuatro cabritos, cuarenta docenas de huevos frescos, vino y vinagre, frutas, legumbres, verduras y demás géneros que diese de sí este pueblo y los circunvecinos con abundancia" (2).

Podemos imaginar la impresión que causaría en las autoridades locales la buena nueva, pues aunque en las misivas se hacía constar expresamente que los artículos se pagarían a sus precios regulares, desconocemos hasta qué punto ello se cumpliría; y si así lo era, el gran problema lo representaba realmente poder reunir semejante cantidad de provisiones, con el consiguiente desabastecimiento que se produciría de estos productos en una pequeña población como Monturque, que apenas contaba con quinientos habitantes por aquel entonces.

Por ello, podemos también imaginar la alegría con la que debió de recibirse la noticia del cambio de itinerario en la ruta de la comitiva real, gracias a las gestiones realizadas en la villa de La Rambla por el regidor encargado del asunto, don Tomás de Estrada, y de la cual se da cuenta en la reunión celebrada por el Concejo el día 17 del mismo mes de mayo:

"En este Cabildo se dijo por el dicho Dn. Thomás de Estrada Tamariz cómo habiendo estado en la villa de La Rambla con Don Leandro Bachelieu, Ingeniero de Su Magestad nombrado para la disposición de los caminos, insinuándole la imposibilidad que había para en tan corto tiempo poder abrir camino para carrozas y coches desde esta Villa a la de Castro, y enterado de la verdad de este contenido despacho para dicho Ingeniero, consultando lo referido, de lo cual por última resolución recibió ruta para que desde la Puente de Don Gonzalo va a La Rambla, y desde dicha villa de La Rambla a Castro del Río, en cuya inteligencia, y de no hacer Su Magestad (que Dios guarde) mansión en esta Villa, se le entregue carta de parte del Concejo de dicha villa de La Rambla para esta Villa, escrita de Dn. Juan Francisco Pérez Chacón, diputado de víveres, su fecha en ella de hoy día de la fecha, para que esta Villa concurriese a dicha Villa con séis carneros, dos terneras, veinticuatro gallinas, cuatro fanegas de pan hornado, cincuenta arrobas de carbón y cuatro jamones, como se acredita de dicha carta que quedará en este libro capitular; que oído por dichos Sres. dijeron que incontinenti se prevenga todo lo expresado, y se lleve a dicha villa de La Rambla; para lo cual nombraron por diputado de dichos víveres al dicho Dn. Thomás de Estrada, que habiéndolo entendido lo aceptó, quedando a su cuidado el solicitar dichos víveres, y personas que los conduzcan, y que pueda responder con lo que a esta Villa se le pueda ofrecer en el mayor servicio de S.M." (3).

No podemos confirmar la certeza del impedimento sobre los caminos alegado por los capitulares monturqueños, que más nos parece una excusa que una realidad, y que a la postre resultó decisivo para el cambio del itinerario inicialmente previsto en el viaje de tan distinguidas personalidades. En definitiva, la visita real quedó frustrada pero, a la vista de lo expuesto, creemos que nuestro pueblo bien que lo agradecería.

NOTAS:

(1) ARCHIVO MUNICIPAL DE MONTURQUE, Libro de actas del Pleno (01/01/1712 – 31/12/1720 y 01/01/1733 – 31/12/1733), cabildo del 13 de mayo de 1733, folios 519v.-520r., caja 17, expediente 1.

(2) Ídem, Ídem, cabildo del 15 de mayo de 1733, folios 520v.-521r.

(3) Ídem, Ídem, cabildo del 17 de mayo de 1733, folios 521v.-522r.